Se trata de una terapia no invasiva empleada en el ámbito clínico de la fisioterapia, como método coadyuvante. Dicha técnica consiste en aplicar ultrasonidos de forma terapéutica con frecuencias que oscilan entre 1MHz y 3MHz, en función de la profundidad que queramos alcanzar en los tejidos. El ultrasonido a 3MHz se absorbe más superficialmente mientras que el ultrasonido a 1MHz se absorbe menos en la superficie y consigue penetrar más. 

La terapia de ultrasonido se emplea principalmente en procesos de reparación tisular, puesto que estimula las distintas fases del proceso inflamatorio, aumentando su eficacia. La literatura muestra estudios que encuentran un aumento de la eficacia del proceso, pero no una aceleración del mismo (5). Asimismo, parece tener efectos beneficiosos a corto plazo en síndromes de dolor miofascial cuando hablamos de dolor, pero no cuando hablamos de aumento del rango de movimiento en dichos pacientes. 

La evidencia actual del ultrasonido muestra cambios positivos cuando se compara con no hacer nada. Sin embargo, los efectos no resultan superiores a los generados con técnicas de terapia manual o ejercicio terapéutico. Por este motivo, es fundamental tener claro que debe tratarse como una técnica coadyuvante y nunca como un tratamiento unimodal. El ultrasonido nos podrá ayudar a mejorar una condición musculoesquelética siempre y cuando lo combinemos con una buena terapia manual y, por supuesto, con ejercicios orientados a la mejora a largo plazo del movimiento, la fuerza, el control motor y la estabilidad, entre otros. 

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